ESTE MUNDO DA ASCO

Vivimos en un mundo repulsivo y asqueroso, sí, lo he dicho, ¿qué pasa?

Un mundo en el que la burocracia se usa como recurso para hacernos la vida imposible y para evitar que consigamos nuestros objetivos. Un mundo interconectado a través de la tecnología en el cual los “Robin Hood” son unos hackers que sacan a relucir casos de corrupción a través de la red.  Un mundo en el que se suceden catástrofes de todo tipo, cada cual más brutal y salvaje que la anterior, pero interesa más averiguar si la relación entre Taylor Swift y Tom Hiddleston es un montaje para el próximo videoclip de la cantante. Un mundo en el que los derechos humanos son pisoteados día sí y día también. Un mundo en el que no me da la gana vivir.

Que se me haya pasado por la cabeza el hacerme ermitaño prueba que algo marcha mal… ¿no? Es frustrante, es triste y es doloroso. Ver cómo los tramposos triunfan y los que juegan limpio se hunden en la mierda, ver cómo la originalidad de algunos es explotada por otros o como gente sin creatividad alguna, ni talento (ni mucho coeficiente intelectual, me atrevería a decir) despuntan y se hacen de oro, para luego ir de profundos y de intelectuales.

Hay tantas cosas mal, que no sé cómo poner mi granito de arena, ni cómo ser partícipe de algo que pueda contribuir remotamente a hacer del mundo un lugar mejor. Porque ese es otro problema, y aquí me incluyo yo: TODOS vemos la inmundicia, la crueldad y la injusticia; sentimos pena un breve instante pero luego bajamos la cabeza y regresamos a nuestra ajetreada vida basada en mensajes de whatsaap, Facebook, etc. Que se ocupen otros, total ¿yo qué voy a hacer?


Veo a un oso polar muerto en una jaula de hormigón de un zoológico (o más bien de un cuchitril) del culo del mundo y se me encogen las tripas; veo atentados, violaciones y discriminación no sólo hacia los refugiados sino también hacia los europeos por parte de los ingleses, y las náuseas se multiplican; veo corrupción en todos los gobiernos y regurgito la comida, el desayuno y la cena de ayer. El mundo se divide en poderosos e individuos de a pie, como en la mitología griega: por un lado estaba el Olimpo, donde moraban los dioses, y por otra parte estaba el mundo de los mortales, los cuales eran regidos y controlados por las deidades del Olimpo. Nada ha cambiado, dado que aún hoy los dioses siguen siendo vanidosos y caprichosos, y siguen jugando con los humanos según les viene en gana, manipulando su opinión a través de los oráculos (o de los medios de comunicación) y haciendo lo que les viene en gana sin preocuparse lo más mínimo por la voluntad de sus pequeños juguetes.

Los que ostentan el poder DEBERÍAN buscar la forma de solventar las injusticias y de fomentar e incentivar las iniciativas eco-friendly y animalistas, además de todas aquellas cuya misión es perseguir el bienestar social y el cumplimiento de la justicia (hablo de la justicia moral, no de la justicia prescrita dictada por la ley) pero como aquí prima la regla del “si a mí me va bien, que les den a los demás”… Los poderosos viven su vida de lujos y estabilidad y solo mueven un dedo por tocar estos temas cuando se acercan las elecciones y su mandato peligra.



Es un mundo repulsivo, como decía, y cada vez estoy más harto de él. 

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