Me he dado cuenta de una cosa…
El tiempo libre vuela. Su propio
nombre lo dice: es libre. No tiene franjas horarias, ni barreras que le impidan
abrir sus plumosas alitas rosadas y alzar el vuelo. El tiempo libre nos odia,
no le gusta pertenecer a nadie, tiene voluntad propia, tiene su propio ritmo y
decide por sí mismo si se queda con nosotros unos instantes o si se escapará
antes de que nos podamos dar cuenta.
En mi caso, soy un estudiante
universitario que se pasa el año lectivo hincando codos y cociendo su cerebro a
fuego lento para sacar la máxima nota en cada tarea que le asignan con la mayor
creatividad de la que dispone, para a ser posible, no morirse del asco en el
intento. Aun así, en el transcurso de los últimos meses del año, el agotamiento
mental y físico empieza a hacer mella, y tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos
para mantenerme a flote y seguir rindiendo. Lo único que me motiva para seguir
dando chapoteando en el maremoto de exámenes y trabajos finales es pensar en
todas las cosas que al fin podré hacer en verano, ese oasis de tiempo libre que
me aguarda con los brazos abiertos y con una cálida sonrisa. Ansioso por
arrivar a ese magnífico lugar, comienzo
a planear los miles de proyectos de distinta índole que haré en él: escribir
una novela, dibujar hasta encontrar mi propio estilo, realizar y subir a
internet vlogs (con v y con b), escribir el guion de un cortometraje… mil
proyectos. Adivinad cuántos he culminado a día de hoy, habiendo transcurrido ya
mitad de verano.
Los días van pasando, y uno tras
otro se desvanecen dándose el relevo monótona e incesantemente sin que yo me
inmute. Todo por culpa del dichoso tiempo libre…Si seguimos con la metáfora del
oasis en medio del desierto de quehaceres que representa al tiempo libre,
debemos incluir en esta metáfora a una criatura despreciable y repulsiva que repta
por nuestro exótico paraíso: la pereza. La pereza te ataca sin piedad, y en mi
caso, se asocia con mi archienemiga la procrastinación y juntas me destrozan.
Llego pues a una conclusión que
puede que no concuerde con la opinión de muchos, pero aun así quería
manifestarla. Cuando tenemos tiempo libre lo malgastamos, no hacemos nada,
perdemos el tiempo. Nos echamos en la cama y contemplamos embobados la pantalla
de nuestro móvil y la deslizamos de arriba abajo, o abrimos Netflix o Youtube y
dejamos la mente en blanco mientras las horas pasan. Concluyo pues, que en su
tiempo libre, nadie es productivo. El tiempo libre es puro ocio y descanso del
ajetreo cotidiano, y cuando disponemos de él, dejamos que la pereza y la
procrastinación nos den un buen masaje en los pies y nos dejamos llevar.
Así pues, a mi ver, para poder
ser productivo durante el tiempo libre, este debe dejar de ser tiempo libre,
debemos establecernos horarios para cumplir nuestro propósito, situar una fecha
en el calendario para dedicarla a esta labor que nos interese desarrollar, ponernos
pequeñas metas para asegurarnos de que no nos pilla el toro... y al ponerle estos
barrotes al tiempo libre, deja de serlo. Pero no hay otra, al menos en mi caso.
La libertad se debe sacrificar en pos de la productividad.
Es la única solución: el tiempo
libre es un espacio intangible que todos ansiamos con desesperación, porque se
trata de un pequeño retel de descanso y paz, un oasis como dije antes, un
momento en el que sabemos que podemos no hacer nada, y no habrá ningún problema
en ello. Un momento en el cual podemos pulsar el botón de off en nuestro cocido
intelectual que llevamos burbujeando la mayor parte de nuestra vida, y sencillamente…
desconectar. El tiempo libre permite que ese cocido mental no hierva hasta
derretirnos el cráneo, y repara los fogones para que al día siguiente podamos
seguir cocinando en él. Es un botón de pausa; y evidentemente, los botones de
pausa no están ideados para que el mecanismo que desactivan siga funcionando,
de ahí que sea imposible rendir en el tiempo libre.
Con esto no quiero decir que
desconectar de todo durante nuestro tiempo libre sea algo negativo que debamos
evitar, ni mucho menos. Todo lo contrario de hecho, dado que si pretendemos
trabajar en algo que nos interesa en nuestro tiempo libre, debemos hacerlo de
forma consciente y cautelosa, dejando siempre un pequeño espacio para
desconectar, dado que de lo contrario, (y como he podido comprobar) ni
rendiremos en aquel hobby que nos interesa, ni lo haremos en el agotador
trabajo diario, del cual no hemos conseguido descansar.
Hacen falta ambas cosas:
desconexión y productividad; y para conseguirlas hay que tener cuidado con el
dichoso tiempo libre.
Todo se reduce al equilibrio. No seáis
tan ambiciosos como yo, y poneos metas asequibles que podáis llevar a cabo sin
desangraros en el intento…de lo contrario la pereza se apoderará de vosotros y
el tiempo libre os absorberá hasta el final del verano.
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